2 de diciembre de 2009

La mejor mamada de mi vida

Pocas cosas pueden dar más placer a un hombre que una buena mamada. Y si los astros se juntan para que suceda lo que voy a contaros aquí... es como tocar el cielo.
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Pocas cosas le pueden dar más placer a un hombre que una buena mamada. Sí, follar es genial, y no podría elegir entre una cosa u otra, porque son distintas; follando sientes el cuerpo de la mujer, puedes acariciarla y sentir que le das placer, puedes participar de forma más activa en general, y todo eso supone un placer “psicológico” que se suma al físico y hace que sea una experiencia fantástica. Pero si nos centramos únicamente en el placer físico, creo que casi todos coincidiremos en que el placer que te puede dar una buena mamada es superior.

Mamadas me han hecho muchas, aunque, como nos pasará a casi todos, no tantas como me gustaría… Pero recuerdo una de forma muy especial, fue una que quedó grabada en mi mente porque nunca he gozado tanto, de forma tan extrema, con nada que haya hecho en el sexo en mi vida. Aquella vez sentí el mayor placer que he podido experimentar en toda mi vida, fue como sentir que iba a reventar, que no podía más, que era imposible estar sintiendo aquello… Aunque parezca una contradicción, llegó a ser una experiencia de placer casi insoportable. Y, para colmo (o quizás en buena parte por eso) fue una experiencia tremendamente larga, que parecía que no iba a terminar nunca… Huelga decir que nunca he vuelto a experimentar algo así, de ese nivel, desgraciadamente. Quizás por eso me es imposible olvidarlo.

Era una chica del montón. En principio éramos simplemente buenos amigos, y sin saber bien cómo, la cosa derivó en un tonteo con fuerte componente sexual, sin nada más de fondo. Sí, se dio eso que parece casi imposible de ser amigos y compartir sexo al mismo tiempo sin plantearse nada más… Duró poco, lógicamente: es una situación que no puede durar.

Como decía, no era una chica guapa, ni estaba buena. Vamos, una de esas en las que nunca te fijarías para entrarle en un bar… Ni siquiera desnuda ganaba, la pobre, pero ya he dicho que éramos buenos amigos, y la amistad hace que veas al otro más atractivo de lo que es en realidad. La amistad derivó en bastante intimidad, y la intimidad llevó al sexo casi de forma natural. Y entonces descubrí que la chica era un volcán sexual. La verdad, nunca me llegó a atraer físicamente, y eso resta mucho al sexo, pero debo reconocer que se manejaba en la cama como pocas, hasta el punto de que un par de las experiencias sexuales que me han quedado marcadas de por vida fueron con ella. Hoy os contaré una: la mejor mamada de la historia.

No sé cómo empezó o qué hicimos antes de llegar a la mamada. Mis recuerdos comienzan en lo que se me quedó grabado: yo desnudo boca arriba en la cama, y ella, desnuda también, medio recostada a la altura de mis rodillas, con mi polla en su boca.

Creo que le gustaba chuparla. Sí, le tenía que gustar. Algunas mujeres te la chupan porque saben que te gusta, pero no todas lo disfrutan realmente; no digo que les disguste (que las habrá también, claro), pero creo que a muchas en el fondo les es indiferente, no les da morbo chuparla, excepto por el hecho de verte excitado a ti. Pero ésta creo que disfrutaba chupándola. Como la relación fue corta, nunca llegué a preguntárselo, pero estoy seguro de que tenía que ser así. De hecho, la primera vez que nos enrollamos fue lo primero que hizo: apenas nos habíamos desnudado mientras nos estábamos besando, cuando ya la tenía bajando para metérsela en la boca…

El caso es que ahí estábamos, en una mañana recién despertados en la cama tras una noche juntos, y ella con mi polla en su boca (cómo habíamos llegado ahí no lo recuerdo). Ya sabéis cómo es esto de las mamadas: inicialmente, la sensación es tan sutil que cuando empieza casi te preguntas “¿y tanto desearlo para esto?”; pero luego, poco a poco, se va extendiendo como un sutil cosquilleo, vas sintiendo cómo va aumentando progresivamente la tensión en tu polla, empiezas a no sentir nada que no sean las sensaciones que te llegan del capullo, y acabas experimentando un placer difícil de describir…

A grandes rasgos, hay dos estilos de mamadas: en las que sólo te la chupan, y en las que te la menean al mismo tiempo. Luego la propia mamada permite muchas variantes según la forma de chupar, pero para mi los dos grandes "estilos" son estos (por supuesto, una misma mamada puede combinar los dos tipos, a ratos). Ambos tienen su atractivo, y no podría decantarme por uno u otro, pero lo que está claro es que los efectos son muy diferentes: si la mamada se combina con un meneo manual, la excitación sube mucho más rápidamente, mientras que si se solamente se chupa el proceso es mucho más gradual, y aparentemente menos intenso, con una sensación de placer más suave y sutil. Aunque, por otra parte, si no te la menean percibes mucho mejor los distintos matices, las distintas variantes de la chupada. No es quizás la comparación perfecta, pero no se me ocurre otra: digamos que una cosa es como comerte un menú degustación de las raciones más exquisitas, y lo otro es comerte un buen chuletón de la mejor carne en un asador; es distinto, pero es difícil elegir.

Pues bien, esta chica era de la versión "menú degustación": no la meneaba, simplemente chupaba y chupaba, chupaba sin parar, lamía, absorbía, jugaba con la polla en su boca de todas las formas imaginables. Era una verdadera experta de la mamada, aunque en ella se trataba de una experiencia innata, ya que yo sabía que no había tenido una vida sexual anterior muy activa. Como dije antes, esta chica era un volcán sexual; simplemente ella era así.

¿Qué hizo de aquella ocasión algo especial? No lo sé: tuve bastantes mamadas con esta chica, y aunque ninguna me defraudó lo más mínimo (¿qué mamada puede defraudar?), tampoco llegó ninguna a este nivel. No sé lo que fue, el caso es que ella la empezó a chupar a su estilo, magníficamente y sin ayudarse de las manos para excitarme: sólo su boca, sus labios y su lengua recorriendo toda mi polla y jugando con ella como pocas mujeres lo han hecho. El caso es que, por alguna razón, yo disfrutaba de la mamada y estaba excitado, pero con esa excitación que aún queda lejos del orgasmo. Ella seguía chupando y chupando, y yo seguía disfrutando, cada vez un poquito más, gozando de las sutilezas del juego de su lengua en mi capullo, en mi frenillo, de su boca tragando la polla hasta donde podía... Pasaban los minutos, y pasaban más, y yo disfrutaba de aquella sesión enteramente dedicada a mi placer mientras ella seguía sin un comentario, sin una queja, sin lamentarse de que pasara el tiempo y yo aún no me corriera...

No sé el tiempo que estuvimos así, pero no creo que exagere si digo que debió ser media hora o más. Creo que, sin proponérselo, me estaba haciendo la mamada perfecta combinando toques que proporcionaban una mayor intensidad de placer con otros momentos de más sutileza, permitiendo mantenerme a cien pero sin llegar a cruzar el umbral del orgasmo. Era genial, nunca había gozado tanto tiempo de esa sensación de estar próximo a correrte pero sin que pareciera acabarse nunca. Y lo mejor estaba aún por llegar...

Poco a poco, me fue poniendo a cien, en esa situación de gran placer en la que sabes que ya es cuestión de poco tiempo que llegue el momento “de no retorno”. Pero lo curioso es que, al igual que llegué despacio a esa situación de extremo placer, el momento parecía extenderse más y más sin que terminase de llegar la sensación de que me corría. Era maravilloso, sentirse en un estado de excitación y placer tan alto sin que pareciera que se acabase nunca… sí, la tensión parecía elevarse poquito a poco, muy poquito a poco, acercándose el momento culminante con extrema lentitud, pero tan despacio que podía seguir disfrutando de la mamada durante minutos y minutos en niveles de máximo placer… Indescriptible.

Para entonces ella ya mostraba indicios de cansancio, y por primera vez me preguntó algo así como “¿Te falta mucho?”. Le dije que no, que siguiera, que era inminente… lo curioso es que esa inmediatez parecía no terminar nunca…

Finalmente, sentí que no podía más, me iba a correr, así que se lo dije: “¡me voy a correr!”. Sí, ella era de esas chicas a las que, aunque les guste chuparla, no les gusta que te corras en su boca, era algo que ya me había aclarado la primera vez, así que le avisaba cuando la situación era ya inminente. La verdad es que no he tenido la suerte de follar con muchas chicas a las que no les importe que te corras en su boca, pero ésta tenía una ventaja: mientras que el resto, cuando les avisas, se la sacan de la boca y ya simplemente te la menean con la mano mientras te corres, ésta se las apañaba para seguir chupando pero apuntando el semen para fuera. En la situación en la que estábamos, conmigo tumbado boca arriba en la cama, cuando le dije que me corría se la sacó de la boca, la dejó caer sobre mi vientre, y siguió lamiéndola por debajo, principalmente por la zona del frenillo. Justamente donde más placer se siente en una mamada, y justamente en el momento en el que vas a explotar…

Aquello fue el no va más, porque, aunque parezca increíble creerlo… ¡no me corría! ¡Estaba como suspendido en el tiempo, en esa décima de segundo antes de la eyaculación en la que parece que vas a explotar, pero sin llegar a eyacular! Y esa sensación de máximo placer casi insoportable que nunca había sentido más de medio segundo, ahora se extendía un segundo, y otro, y otro… ¡Y seguía “in crescendo”! Parecía imposible, pero, estando con esa sensación de que parece que vas a explotar, ¡la sensación todavía fue en aumento! ¡Y más! ¡Y más!

De verdad que no sé cómo describirlo, creía derretirme, creía que no podía soportarlo, aunque parezca una contradicción parecía increíble soportar tal extremo de placer ¡y que encima fuera a más! Me agarraba a las sábanas, retorcía todo mi cuerpo pero con mucho cuidado de no mover mi polla de esa boca que me estaba dando lo que nunca había creído que fuera capaz de sentir… Lo siento, pero para quien no lo haya vivido, creo que es imposible entender el extremo de intensísimo e indescriptible placer que sentía en aquellos momentos.

Finalmente, llegó. No sé el tiempo que permanecí al borde de la eyaculación con un placer insoportable que cada vez aumentaba más, antes de correrme. Puede que fuera un minuto o dos, o quizás sólo 30 segundos… No lo sé, en esos momentos pierdes la noción del tiempo, pero frente a las décimas de segundo que dura esa sensación normalmente, yo lo viví como una verdadera eternidad. Una eternidad en la que creo que experimenté el mayor placer que puede experimentar el ser humano; de hecho, nunca creí que existiera ese nivel de placer físico. Y, desgraciadamente, nunca he vuelto a experimentarlo.

Sí, me corrí. Me corrí y me corrí, disfruté corriéndome como nunca, liberando la extrema tensión que había llegado a acumular durante aquella mamada interminable. No sé qué pasó a continuación, no sé nada más, no recuerdo más de aquel día supremo, sólo sé que al final me corrí, después de haberme parecido que me torturaban con un placer extremo sin dejar que me corriera… ¿Parece contradictorio? Bueno, si pensáis en el instante inmediatamente anterior al orgasmo extendiéndose tiempo y tiempo, seguro que me entendéis.

¿Qué pasó aquel día? ¿Por qué nunca he sido capaz de repetirlo, ni con ella ni con otras mujeres? Realmente no lo sé, aunque creo que hubo muchos factores que se combinaron de una forma única, que debe darse pocas veces. Por una parte, y eso es algo fundamental, contaba con una mujer con una habilidad especial para hacer mamadas; y con esa habilidad especial no me refiero al hecho de darte máximo placer, sino a dosificarlo inconscientemente de la forma justa. Una mayor intensidad en el lameteo, una ayuda de la mano o simplemente una cadencia diferente, probablemente me habría hecho correrme más rápidamente, en un tiempo “razonable”, como suele pasarme habitualmente con las mamadas, sin alcanzar tales extremos de tensión pre-orgásmica. Y, por supuesto, ayudó mucho el hecho de no combinar la mamada con movimientos de su mano. No digo que sea malo, de hecho me gusta, es más excitante que te la chupen mientras te la menean un poquito (ojo, un poquito; que hay algunas que más que chuparla, lo que parece es que te hacen una paja mientras ponen la boca en la punta, y eso tampoco es), pero el movimiento de la mano eleva mucho más rápidamente que la simple boca el nivel de excitación. He probado varias veces después de aquello, por mi cuenta, a masturbarme imitando una lengua en mi capullo y nada más, sin meneármela (echadle imaginación y mucha lubricación; no es lo mismo, pero…), y sí he conseguido llegar a acercarme, aunque muy de lejos, a lo que pasó aquel día: un incremento muy gradual del placer, y unos instantes previos al orgasmo que se alargan y se elevan de intensidad muy por encima de lo que es habitual (hay que hacer verdaderos esfuerzos por no ponerte a meneártela para acabar de una vez); ésa es la clave, sin duda. Pero estos sucedáneos nunca me han acercado, ni de lejos, al placer que sentí en aquella ocasión con una boca de mujer de verdad. Y, por supuesto, nunca he vuelto a encontrar a ninguna con la paciencia necesaria como para estar chupándomela durante el tiempo preciso para repetir aquella experiencia; y es que correrse sin la ayuda de la mano requiere mucha dedicación y mucho, mucho tiempo.

De todas formas, ya digo que, aunque creo que ésta es la clave, no es el único factor. Esta chica me la comió más veces, también sin movimientos de mano (creo), y me corría en la tercera parte del tiempo y sin llegar a aquellos niveles. Aquel día sucedió algo especial. Y, lamentablemente, no ha vuelto a repetirse nunca. Pero lo guardo en mi mente como un verdadero tesoro. ¿No harías vosotros lo mismo?

7 comentarios:

  1. Es curioso esto, no lo de la mamada sino la de los recuerdos grabados a fuego.
    Ni son con quien deseas que se guarden ni te explicas el porqué.
    Pero se repiten en la mente una y mil veces

    Un abrazo. Me ha gustado mucho tu post

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  2. Debo decir que sí, que me encanta mamarlas, que me encanta notar cómo os excita que os la coman, y me encanta que se corran en mi boca, y me excita, me excita mucho, y he llegado a correrme solo mamándola. Me ha gustado leerlo desde el otro punto de vista.

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  3. Gracias a ambos por vuestros comentarios. Six, me impresionas: ¿te corres sólo mamándola, sin necesidad de contacto físico en tu coño? Impresionante, eso sí que es una mujer ardiente... Besitos.

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  4. me ha encantado,la forma de explicarlo, hubiera deseado estar mamandote asi..me ha excitado mucho,me excita mucho chuparla tambien, me gusta chupar, tambien a mujeres aunque es eso aun una fantasia..y si que es cierto que si esa fantasia la llevas a cabo, y chupas, tambien llegas al orgasmo, por que la vagina tambien entra en tension extrema, al igual que te sucede a ti.De hecho, me ha pasado que cuando me he excitado asi mamandola,y he apretado mi vagina para masturbarme,es cuando con mas deseos he estado mamandola y estoy segura que he hecho sentir lo que tu dices aqui, por cierto..alargas el placer por el hecho de que la mujer que siente asi,necesita mucho tiempo e incluso varios orgasmos, y lo hace mientras te mama..es pura sincronicidad del deseo que la vagina tiene y se manifiesta a traves de la boca...mmmmmm...nos lo hacemos????

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  5. Estaba buscando algo en referencia a lo que me pasó con la mujer que quiero hace una semana. Tengo 53 años y es la primera vez que me pasa. En mi caso, yo había explicado todo por la conjunción de los astros y la voluntad del Gran Espíritu para que fuera así. Todo fue sin palabras y el entendimiento fue total, no hubo preguntas ni tampoco hubo que recurrir a ayudas manuales ni de ningún otro tipo. Es más, si quisieramos repetir lo mismo, creo nunca llegaríamos más que a una sombra de lo que fue. Gracias. Un cordial saludo.

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  6. Hola, yo estoy por jaén y mallorca, si alguien quiere probar a hacer una mamada, o solamente practicar, podeis probar con esta. un saludo
    http://www02.bakala.org/caramelo_20

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