18 de diciembre de 2009

Una interminable sucesión de orgasmos múltiples

La historia de un polvo con una mujer multiorgásmica que me dejó impresionado.
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Es un tópico generalmente aceptado que las mujeres suelen ser multiorgásmicas mientras que los hombres no lo son. Pero ¿qué significa realmente esto y cuánto tiene de cierto? Yo no soy experto en estos temas y tampoco me considero el hombre con más experiencia del mundo en esto del sexo, pero en base a mi modesta experiencia creo poder decir que esta afirmación no es tan universal como uno pudiera pensar por su amplio grado de aceptación. En otras palabras: que yo no he encontrado tantas mujeres multiorgásmicas como en principio parece que debería haber. Bueno, tampoco es que haya follado con tan gran número de mujeres como para sacar conclusiones, he sido más bien modesto en cuanto a parejas sexuales, pero lo cierto es que en toda mi vida solamente me he encontrado con una capaz de experimentar algo así. Eso sí, me dejó impresionado...

Quizás el problema esté en definir claramente qué es eso de ser multiorgásmico. Está claro que un hombre no lo es: salvo en casos particulares, cuando un hombre se corre debe pasar un tiempo prudencial antes de poder tener otro coito (antes de poder follar de nuevo, para entendernos; ya sabéis que me gusta usar palabras del día a día; ¿quién habla en la vida real de "coito" cuando puede decir "follar"?). Pero ojo, que también puede haber excepciones en casos particulares; y no me refiero solamente a que pueda haber portentos por ahí capaces de encadenar un polvo con otro sin descanso, que los habrá (en esta vida uno encuentra de todo), sino que, en circunstancias particulares, a cualquiera le puede pasar. Vamos, que a mi mismo me ha pasado: no es muy habitual, pero hay veces que, aunque te corres, te quedas empalmado total o parcialmente, y, con el estímulo adecuado, puedes ponerte de nuevo a ello en cuestión de segundos. Eso sí, esa segunda vez ya cuesta bastante llegar al orgasmo; yo a veces no lo he conseguido, y en otras ocasiones, aunque lo consigas, no resulta tan satisfactorio como el polvo anterior. Pero vamos, que si eso es ser multiorgásmico, creo que podemos serlo todos en un momento dado.

Por supuesto, para la mujer lo anterior es más fácil. Tampoco es que pase con todas o siempre, pero teóricamente podrían hacer lo mismo, y después de haberse corrido en un polvo, empezar con otro. No es muy habitual o no he encontrado a muchas con ganas de probarlo, la verdad es que si el orgasmo es intenso lo que te suele apetecer es relajarte y descansar, no ponerte a empezar de nuevo. Pero en principio, igual que pasa a veces con los hombres, pueden hacerlo; y más fácilmente, claro: al hombre, como no se le empine ya puede tener ganas, que no hay nada que hacer, mientras que una mujer puede ponerse a ello aunque sea con desgana "a ver qué pasa" (que a lo mejor luego vienen las ganas).

Pero, para mi, eso no es ser multiorgásmico. Eso es encadenar polvos, y yo creo que casi todos lo habremos hecho alguna vez, pero ser multiorgásmico para mi es otra cosa: es correrte una y otra vez de forma seguida y continuada, con apenas unos pocos segundos de pausa entre orgasmo y orgasmo.

Desde luego, creo poder afirmar que esto entre los hombres no existe. Y si existe algún caso, me encantaría verlo, porque debe ser espectacular; si alguien consigue hacer algo así y lo graba, seguro que gana el record de visitas a un video por internet. Si conocéis a algún fenómeno así, capaz de actuar como una ametralladora de semen, ya estáis tardando en avisarme... Pero, ¿y entre las mujeres? Según el criterio general, no sólo existe, sino que está bastante generalizado. No lo sé, pero si me baso en mi experiencia, creo que existe, pero que es también bastante raro.

Sólo me he encontrado con una chica capaz de correrse de forma encadenada en una ocasión. Eso sí, me dejó con la boca abierta… Qué poderío… Qué envidia… Qué espectacular… Y qué resistencia… joder, que si la dejo creo que aún estaría corriéndose (bueno, más bien habríamos muerto ambos de inanición).

Ya os he hablado de esta chica en otra entrada, un rollete que me eché durante un tiempo y que me gustaba como amiga, pero no me atraía lo más mínimo físicamente. Pero a lo tonto empezamos una relación sexual, y la chica resultó ser una bomba en la cama. Vamos, que aunque no me atraía físicamente, y eso le resta morbo y excitación al asunto, había cosas con ella en el sexo que eran una gozada. Ya os hablé de sus mamadas… bueno, pues además descubrí que era multiorgásmica. Y mucho.

El día que lo descubrí estábamos haciéndolo al modo “cabalgada”: conmigo tumbado boca arriba en la cama, y ella sentada a horcajadas sobre mi polla saltando arriba y abajo. Cuando lo hago en este tipo de posiciones tan “accesibles” para disfrutar del cuerpo de la chica, mientras follo no dejo de manosearle y/o chuparle las tetas, y en ocasiones también le estimulo el clítoris. Esto último depende: hay chicas que prefieren ser ellas quienes lo hagan, otras sólo quieren que se lo hagas tú, y hay otras que alternan su mano con la tuya en función de cómo se desarrolle la cosa (esto es lo mejor, pues da más juego a variaciones y posturas; si tiene que ser “obligatoriamente” el chico el que estimule el clítoris, algunas posturas se hacen realmente incómodas y complicadas). Esta chica era de las últimas: si se lo tocaba yo, estupendo, y si no, ya se apañaba ella. El caso es que ese día, con ella cabalgándome, cuando llegó el momento próximo al orgasmo yo tenía una mano en una teta y la otra en su coño, poniéndole el clítoris a cien.

No recuerdo si alguno de los dos se corrió un poco antes o si nos sincronizamos bastante bien, lo que sí sé es que yo hice lo que suelo hacer en estos casos: seguir estimulando el clítoris durante el orgasmo e incluso después, habitualmente hasta que la chica me obliga a retirar la mano. Es como un pequeño juego: sé que la estimulación más allá del orgasmo provoca una especie de “insoportable placer”, entre placentero e incómodo al mismo tiempo, y me gusta “hacer sufrir” a la chica haciéndola gritar “¡para! ¡para!” entre gemidos, o obligándola a intentar arrancar mi mano de su coño mientras yo intento seguir manoseándoselo. Me da morbo este jueguecillo, y a ellas en el fondo les gusta.

Bueno, pues el caso es que hice eso: seguir tocándole el clítoris mientras se corría y después. Mi asombro vino cuando no sólo no me quitó la mano, sino que, después de haberse corrido, a los pocos segundos de seguir tocándole el clítoris se ponía a gemir como una loca de nuevo en la cresta de un nuevo orgasmo.

Para entonces yo ya había eyaculado, pero seguía con mi polla en su interior mientras ella iba a por el segundo. La situación me excitaba y me daba morbo, así que contemplaba la escena encantado mientras la veía correrse por segunda vez. Por supuesto, no retiré la mano, mis dedos seguían jugando con su clítoris entre esos labios chorreantes, y cuál sería mi asombro cuando de nuevo vi que, tras unos cuantos gemidos post-orgásmicos venían unos segundos de pausa… ¡para comenzar de nuevo en un ascenso hacia un nuevo orgasmo!

Mi excitación y morbo iniciales se estaban transformando en puro asombro: ¿iba a correrse esta tía tres veces seguidas en mis narices y con mi polla aún dentro de su coño? Era alucinante, y la verdad es que también me halagaba verla sucumbir a un placer así por lo que yo le estaba haciendo. Siempre me ha excitado enormemente ver a una mujer sintiendo placer, hasta el punto de que esto por si solo es capaz de desencadenar en mí el orgasmo, así que estaba disfrutando enormemente con la situación. Y, por supuesto, seguí moviendo mi mano.

Tras el tercero vino el cuarto, y luego el quinto… No sé cuándo mi morbo y excitación empezaron a transformarse en incredulidad y curiosidad: ¿hasta dónde iba a ser capaz de llegar esta tía? Llegó un momento en que, ya pasado un rato después de mi propio orgasmo y en una situación de excitación ya bastante baja, aquello empezó a ser para mí como un juego: ¿sería capaz de llegar hasta las 10 corridas?

Pues el caso es que seguía, y seguía… la situación para mí empezó a ser hasta hilarante, y recuerdo que llegué a hacer alguna broma del tipo “¡pero tía, ¿cuántos llevas?!¡Si lo sé llamo a los del Guiness!”, a lo que ella se rió también entre gemidos. Pero no creáis que estas risas le cortaron el rollo, como pasa a veces… qué va, la cosa seguía…

7 corridas… 8… 9… ¡10 corridas, la tía había llegado a las 10 corridas! ¡Y seguía pidiendo guerra! A este paso se me iban a dormir los dedos, que ya casi chapoteaban entre sus jugos, pero yo seguía dándole, no era cuestión de dejarla a medias… La verdad es que llegado un cierto punto la cosa ya estaba perdiendo hasta la gracia (para mi, claro, que ella seguía a lo suyo, disfrutando), y supongo que en esto influía el hecho de que la chica para mi no significaba nada; si hubiera sentido algo más por ella, seguramente habría seguido dándole al coño hasta que se le cayera a trozos (o a mi los dedos). Pero el caso es que, llegado un momento, aquello ya empezaba a ser cansino: ¿es que no iba a acabar nunca? ¡Si no paraba yo, esta tía iba a seguir corriéndose hasta el día siguiente! Así que sí, amigos: no me siento demasiado orgulloso de ello, pero llegado un determinado momento decidí ser yo el que diera por terminada aquella sesión de orgasmos encadenados. No sé si fue hacia el 13 o el 15, de hecho ya en algún momento creo que dejé de contar… Como me daba un poco de apuro cortar por las buenas (uno tiene su corazoncito, y me daba cosa parar cuando ella estaba disfrutando de esa forma), tras una nueva corrida le pregunté “¿Sigo?”; ella sólo respiraba agitadamente sin responder; “¿sigo?”, repetí, sin obtener tampoco respuesta; a veces pienso que ni ella era capaz de decidir en ese momento si quería seguir o no… Me imagino que, por bueno que fuera, debía estar ya extenuada. El caso es que decidí parar: tras ese último orgasmo, bajé el ritmo de mis dedos poco a poco, suavemente, hasta detenerme. Ella no dijo nada, simplemente soltó una mezcla de gemido y profundo suspiro de satisfacción, y por fin se relajó, supongo que exhausta. Creo que hice alguna otra broma al respecto de su sesión maratoniana, y ambos nos reímos con ganas. A ella se la veía feliz, con una sonrisa que no se borraba de su cara; desde luego, no podía negar que había disfrutado como una loca… no sé el tiempo que habría estado corriéndose una y otra vez, pero os aseguro que fueron muchos minutos, estimo que entre 10 y 15 dedicados solamente a tener un orgasmo detrás de otro. La verdad es que era para dar envidia…

Como comprenderéis, después de aquello yo necesitaba explicaciones, estaba realmente asombrado e impresionado, era la primera vez que me encontraba con algo así. De modo que, cuando acabamos, yo no hacía más que preguntarle sobre ello: ¿era eso normal en ella? ¿le pasaba a menudo? Lo más sorprendente es que me dijo que no: aquella sesión de orgasmos múltiples había sido la primera que había experimentado en su vida, también había sido toda una sorpresa para ella. Y la verdad es que, al menos conmigo, era algo que no había sucedido en ningún polvo anterior, y que tampoco se repitió después.

¿Qué hizo de aquel polvo algo tan especial para ella como para correrse una y otra vez sin parar, en una sucesión de orgasmos múltiples encadenados que parecía no tener fin? No lo sé con exactitud, pero tengo una teoría, aunque dado que mi relación con ella fue corta y el número de polvos no fue muy grande, no tuve ocasión de confirmarlo. Quizás aquella vez sucedió simplemente porque era yo el que le estimulaba el clítoris, y lo hice con ese jugueteo de continuar estimulándolo después de pasado el orgasmo. Las otras veces que follé con esta chica lo hicimos en otras posturas en las que me resultaba incómodo llegar a su clítoris más allá de unos segundos, de modo que era ella la que se lo tocaba mientras la follaba; y supongo que en esas ocasiones, y en todas las anteriores, ella paraba al terminar. Quizás fui yo, con esa manía mía de llevar a las mujeres al límite más allá del orgasmo, lo que hizo que en el caso de esta chica descubriéramos que era capaz de tener orgasmos múltiples encadenados. No lo sé, y tampoco sé cómo le habrá ido la vida después, y si habrá seguido gozando o no de este descubrimiento, si realmente fue algo que ha podido seguir repitiendo a lo largo de su vida, o si es algo que requiere unas condiciones particulares para darse. Espero que haya tenido suerte y haya podido seguir disfrutando de esos orgasmos múltiples sin aburrir demasiado a su pareja…

Si mi teoría es correcta, ¿podría ser que esas mujeres que me retiran la mano a la fuerza cuando intento seguir estimulándolas después de correrse pudieran gozar de orgasmos múltiples si se lo permitieran? Quién sabe… Quizás vosotras, las chicas que me estáis leyendo, podáis darme alguna pista, porque lo cierto es que tengo curiosidad. Nunca más he vuelto a encontrarme con una mujer capaz de vivir una experiencia como aquella, ni siquiera en una versión reducida de dos o tres corridas seguidas, así que no sé si es algo excepcional, o que depende de la persona, o de las circunstancias. Decidme, ¿sois alguna de vosotras multiorgásmica? ¿habéis tenido alguna vez una experiencia similar, sea de forma habitual o puntual? Sea como sea, qué suerte tienen algunas, leches…

2 comentarios:

  1. hola. a mi me pasa que luego de una excelente chupada, tengo un formidable orgasmo, y acto seguido, me subo sobre mi pareja e inmediatamente puedo tener un segundo muy buen orgasmo y hasta un tercero y un cuarto.

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  2. Ya decía yo que había gente para todo. Qué suerte... No sólo poder, sino que a tu pareja también le apetezca...
    ¿Y sólo te pasa después de una mamada?

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